La sexualidad forma parte de nuestro comportamiento, es un elemento más de nuestra libertad. La sexualidad es obra nuestra - es una creación personal. A partir y por medio de nuestros deseos, podemos establecer nuevas modalidades de relaciones y nuevas formas de creación. El sexo no es una fatalidad, no; es una posibilidad de vida creativa.
Así lo podemos apreciar en el Reino de Bután, país remoto y aislado por los Himalayas, con apenas 700.000 habitantes. En el 2008 se convirtió en la democracia más joven y en su nueva carta magna estableció como ley que “El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interior bruta (FIB)".
Desde entonces el pueblo de Bután le rinde culto a la figura del falo y lo dibuja en las fachadas de sus hogares, considerándolos como un amuleto que los protegerá de la envidia y de los espíritus malignos, tal como se hacía desde la Prehistoria e incluso las civilizaciones antiguas como la egipcia, las mesoamericanas y las clásicas.