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viernes, 22 de mayo de 2015

El dedo impúdico







El comunicarnos a través de señas no debe parecernos nada raro, pues es la manera primera y más natural que ha tenido el hombre para  expresarse.   La mano es sin duda el instrumento más útil para el hombre, pues tiene muchísimas funciones: con la mano crea objetos y arte, con la mano saluda, con la mano se erotiza,  con los dedos señala y marca, con los dedos cuenta, con los dedos habla (leguaje gestual), con los dedos amenaza e insulta.  En este  lenguaje de señas ha sobrevivido una en especial: “el dedo impúdico” conocido en Roma como el digitus impudicus o digitus infamis, la cual consiste en estirar el dedo del corazón o medio, manteniendo a los restantes doblados, que en esa forma representan al pene entre los testículos.  Hoy en día este acto es considerado como un gesto vulgar y ofensivo, pero sus orígenes no fueron así. Se tiene noción que, aproximadamente a finales del siglo V, a. C., los griegos y romanos la usaban también para alejar el ‘mal de ojo’, protegerse de las envidias y malas vibras. Esta señal finalmente era otro tipo de amuleto fálico que logró sobrevivir al tiempo y expandirse por todo el mundo. Así que YO ME PROTEJO.


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