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jueves, 18 de septiembre de 2014

La alquimia y la ciencia de John Dee.

John Dee (1527-1608), nacido en Londres,  es considerado uno de los hombres más atrayentes de su época por su mente brillante; fue inventor, geógrafo, coleccionista de libros y notable estudioso interesado por disciplinas heterodoxas, como la astrología y la magia.  John Dee concibió la idea del meridiano de Greenwich.  Su erudición en el arte de navegar lo convirtió en asesor y consultor de la "armada invencible", contribuyendo a la expansión marítima de Inglaterra. Además, durante algún tiempo formó parte de la corte de la reina Isabel I de Inglaterra, convirtiéndose en su astrólogo personal y en su espía, de donde muchos lo consideran el primer agente 007.  

Como mago, Dee, utilizaba en diversas prácticas un espejo de obsidiana que fue llevado desde México hasta sus manos, en 1582. Al parecer "el espejo humeante" era un dispositivo que los chamanes mexicas utilizaban en sus rituales y el cual, por sí solo, afloraba un extraño poder: esta piedra negra, pulida, convexa, le permitía conversar con seres que se encontraban en otro plano de existencia; bastaba con fijarla con la mirada, intensamente, y los seres aparecían en la superficie de la roca y predecían el futuro. La piedra se encuentra actualmente expuesta en el British Museum. 

La personalidad y el misticismo de John Dee desde siempre ha sido rescatada por la cultura popular, quien se ha servido de él para un sinfín de novelas de ficción, películas y canciones, como "The Alchemist" de Iron Maiden.


I have plundered time itself, put the world inside it
I'm the mysteries, day and night, divide it
A plague of wonders, on your knees beside me,
Know the secrets, you shall not deride us

My dreams of empire for my frozen queen
Will come to pass
Know me, the Magus
I am Dr. Dee
And this is my house





miércoles, 10 de septiembre de 2014

Ofelia



Yo soy Ofelia. Aquella que el río no contuvo. La mujer colgando de la soga. La mujer con las arterias abiertas. La mujer de la sobredosis. La mujer con la cabeza en el horno. NIEVE SOBRE SUS LABIOS. Ayer por fin dejé de suicidarme. Ahora estoy sola con mis pechos mis muslos mi útero. Destrozo el instrumental de mi cautiverio, la silla la mesa la cama. Destruyo el campo de guerra que era mi hogar. ...Arranco las puertas para que el viento deje entrar al grito del mundo. Destrozo la ventana. Con mis manos sangrantes rompo las fotografías de los hombres que amé y me usaron sobre la cama la mesa la silla el piso. Incendio mi prisión. Tiro mis vestidos al fuego. Arrojo al reloj que fue mi corazón fuera de mi pecho. Salgo a la calle, vestida con mi propia sangre. 

Heiner Müller. 'Ofelia'. En: "Máquina Hamlet", 1977.

[Arte Steven Kenny]

jueves, 4 de septiembre de 2014

"Aquí hasta el más hombre se baja los pantalones”.




 La acción más democrática no siempre ha sido tan privada y tan  justa. Hubo una época en la cual los baños no se tenían escondidos al fondo a la derecha.  Los antiguos romanos y griegos inventaron un sistema de baños comunitarios al cual se acudía con el mejor amigo, con la novia, o incluso con toda la familia. Pero con la caída del Imperio muchos de los avances de la ingeniería romana se perdieron y los europeos volverían a las primitivas letrinas. Según avanzaba la Edad Media,  solían hacer sus necesidades en recipientes que luego vaciaban por la ventana, en cunetas que estaban a los lados de la calle, por lo que, salvo que lloviera a menudo, el olor debía de ser nauseabundo, y la salubridad inexistente. En Francia, para la nobleza, era común el uso de sillas con orinal, pero lo usual era orinar en las avenidas de los palacios. Empezaron a verse por las calles, portadores de letrinas ambulantes con una gran manta que aseguraban la intimidad para aliviarse.  

No fue sino hasta el siglo XVIII cuando se volvió a creer en los baños. 

Los primeros inodoros que se construyeron eran de porcelana, y eran decorados, puesto que la empresa que los empezó a fabricar se dedicaba a la manufactura de vajillas de ese mismo material, y la costumbre de decorar los platos y vasos se transportó hasta los sanitarios. La acción escatológica alcanzó la manoseada privacidad cuando se intentó evitar los malos olores y la insalubridad, de ahí su nombre de “inodoro”. Las siglas de W.C. proviene del inglés water closet, “armario (o gabinete) del agua”, referido al hecho de que solía tratarse de una habitación pequeña en la que estaban no sólo el inodoro sino el baño y el lavabo, todo lo relacionado con el agua.



[En la imagen el toilet de María Antonieta]

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